Nuestros Mariscos del Cantábrico
ANDARICA (NÉCORA)
Aún relativamente asequibles, con algo de pelusa en el exterior y un color castaño oscuro que se torna azulado por las pinzas, sirvieron de entretenimiento lento y gustoso entre colín y colín a muchas generaciones de asturianos que las consideraban ñoclas de pobre.
Hasta notar que, haciendo bueno el dicho del perfume, en su pequeñez atesoran y regalan a la sopa o al arroz todos los máximos refinamientos del mejor marisco.
BUGRE (BOGAVANTE)
La estrella de la década, que rara vez engaña y contiene lo que por fuera ofrece.
El bicho, o la bicha, que con el sexo de los crustáceos abunda el comensal de querencia femenina, brilla entre azul oscuro y morado, lejos del rojizo norteamericano.
El bugle a la plancha, el arroz con bugle o el bugle en verdura ya son clásicos de la culinaria asturiana. ¿Cocción? Unos veinte minutos los medianos y unos treinta minutos los mayores.
LANGOSTA
Los platos, hace un siglo, abordaron y causaron varios incidentes diplomáticos por el descaro con que cientos de pesqueros franceses pescaban nuestras inigualables langostas.
Luego, las servían thermidor o dos salsas en restaurantes de lujo parisinos callando la procedencia.
Roja, con vetas y líneas claras en patas y antenas y dos manchas blancas por cada segmento abdominal, pide veinte minutos la mediana y treinta la grande.
QUISQUILLA (CAMARÓN)
Nadaban a saltos por charcos y barros que la bajamar dejaban en los pedreros de todas las playas asturianas y los pescadores a caña solían usarlas de cebo. ¡Qué sobrados estábamos!
Actualmente, estas delicadas miniaturas, con su caviar transparentando el cuerpín de cristal y que precisan el tiempo justo entre hervor y hervor, nos transportan al cielo de los crustáceos.
CIGALA
Son carne de gloria una vez la uña abre en cremallera la dentada cola y jugo de rosada cuando apuramos los leves tesoros de cabezas y pinzas.
Piden una cocción de siete minutos las grandes o de cinco las pequeñas.
Y aprovechemos para recordar el axioma de que el marisco vivo siempre en agua fría cronometrando sólo la ebullición, y muerto en agua hirviendo con igual minutaje. Y un reposo refrescante antes del consumo.
ALMEJA
Otra versátil y estimada protagonista del recetario vernáculo que babosas, de carril, japonesas, deleitan al vapor, con arroz, con salsa verde o con fabes.
Aunque las finas y de cuchillo merecen consumirse vivas, crudas apenas mojadas por una gota de limón.
Oblíguelas a que purgen la arena en agua con sal y considere el jugo que sueltan a abrirse como un exquisito caldo. Asturias las está cultivando soberbias aunque aún escasas.
OSTRA
Perlas de la Ría del Eo que a diferencia de lo comentado hace un siglo con las langostas ahora los franceses nos compran para, tras un corto vuelo, presentarlas como las mejores de Arcade.
Embrujan a muchos amantes de los más puros e intensos sabores marinos con una leve capa de hilo picado y unas gotas de limón que den fe de vida.
Pero si hay reparos te las ofrecemos rebozadas en maíz, fritas con oliva e igualmente, a punto de champagne.
SANTIAGUÍN
Tuvieron precio módico aunque olvidamos cuando. Su escasez y singularidad aconsejan pedirlos en grandes ocasiones diferenciando los rojineros de pedreru y los aguarones pálidos de fango.
Seis o siete minutos de cocción.
La mancha oscura del caparazón recuerda la cruz de Santiago, y su suculenta carne, de fácil y limpia extracción tras separar cabeza y abdomen, proporciona bocados que parecen bendecidos por el mismo Apóstol.
ÑOCLA (BUEY DE MAR)
La ñocla puede competir con el generalmente más apreciado centollo si cumple la difícil condición de autóctono y salvaje, pues pastoreado o congelado queda a igual distancia que el pollo del pitu caleya.
Suelen rondar el kilo, y si no salen aguarones, tras dieciocho minutos de cocción partiendo de agua fría, no exigen otra cosa que una sidra o un blanco selectos, aunque admiten múltiples preparaciones y presentaciones..
CENTOLLO
Con un buen abdomen enrizado de protuberancias en forma de púas y lleno de barbas o pelos llamados sedas, posee un color rojo que tiende a acentuarse cuanto más lleno de carne y sustancia está.
El francés (que también llega de Irlanda, Escocia y Marruecos) luce un rojo menos intenso y pelos escasos.
Para cocerlo vivo se meterá en agua fría contando entre quince y dieciocho minutos según peso desde el inicio de la ebullición.
PERCEBE
Rompeolas sobre pedreros e islotes calizos y graníticos, los marroquís traen por base para su transporte vivo una arenisca amarillenta también los hay canadienses que multiplican las placas inferiores de la uña.
Los mejores crecen al sol y poseen un pedúnculo corto y grueso, al contrario que los de sombra, largos, delgados y algo aguarones.
Para cocerlos, los echamos en agua bullen retirándolos cuando el hervor recomience.
ANGULA
Angula es el nombre que recibe el alevín de la anguila, único alevín permitido por las leyes de pesca. Cuando se encuentra en los mercados de pescado suele tener 1 g de peso y mide algo menos de 8 cm de longitud. Las angulas comercializadas suelen estar cocidas, y en caso de estar vivas son transparentes.